viernes, 8 de julio de 2011

Relatos de Sandy: La obra de teatro.

En clase teníamos que hacer una obra de teatro para unas marionetas que hicimos en plástica. Esta la escribimos mis amigas Nerea (http://tlozyl.blogspot.com/), Samantha, dos amigas más y yo. Los muñecos: Lineth (un bebé), Charlotte, ---- (porque aún no le puso nombre), Emily y Scarlet (la mía). Puse los mismos colores que teníamos para resaltar el diálogo de cada uno.
La obra.

Aparecen Lineth, Charlotte, Emily y ----. Se encuentran con Scarlet.
Charlotte: ¡Hola Scarlet! ¿Te vienes con nosotras al zoo?
Scarlet: No, paso. No me apetece ver a unos pobres animales enjaulados.
Charlotte: Pues nos vamos que a Lineth le apetece un montón ver al león.
Lineth: Gugaga ver león.
Scarlet: Eso me da una idea. Así aprenderá la gente que no se debe enjaular animales.¡Ciao!
Por la noche. Aparece Scarlet.
Scarlet: Por fin podrás ser libre leoncito. ¡Haz que la gente aprenda una lección!
Al día siguiente. Aparecen ---- y Emily.
----: ¡Han soltado al león del zoo!
Emily: ¡A qué retorcida mente se le habrá ocurrido!
----: No sé, pero vamos rápido a avisar a Charlotte que ya sabes cómo le gustan los leones a su hermanita, y eso es un peligro.
Aparece Charlotte en escena.
Emily: ¡Charlotte! ¡Un león anda suelto por la ciudad! ¡Coge rápido a tu hermanita para evitar que se le acerque!
Charlotte: Pues no sé dónde está, así que la llevamos cruda. ¡Vamos a buscarla!
Caminan un rato y se encuentran a Lineth jugando con el león en el zoo. El león ve a Charlotte y se abalanza sobre ella.
Lineth: ¡León malo! ¡A tu jaula!
El león va a la jaula.
Charlotte: ¡Me has salvado!
Abraza a Lineth.
Aparece Scarlet.
Scarlet: Lo único malo es que nunca sabremos quién lo soltó.

martes, 5 de julio de 2011

Relatos de Sandy: La tribu de los Kuanjiri.

Esta historia la escribí hace ya tiempo para un concurso, pero creo que no gané nada. Que conste que el nombre yo lo leo como "Cuanlliri", pero cada uno lo puede leer como quiera.
La tribu de los Kuanjiri.

Hola, me llamo Area y tengo unos once años. Estoy siempre de viaje con mis padres por todo el mundo. He visitado muchos países y he conocido muchas culturas diferentes, pero hay una tribu que sé que jamás olvidaré. Es una tribu del centro de África. Se llaman los Kuanjiri, en honor a su primer líder, que se llamaba así.
Íbamos un día mis padres y yo de excursión por el desierto cuando el coche se quedó sin gasolina. Fuimos en busca de ayuda, pero al estar en medio del desierto no había nadie para ayudarnos. Apenas nos quedaba agua y comida. Empezábamos a sufrir espejismos. Un poco más tarde me desmayé a causa de la deshidratación. Por suerte vinieron a socorrernos una tribu y cuando recuperé el conocimiento estaba en una choza cerca de un oasis. Nos ayudaron a recuperarnos y unos días después estábamos otra vez bien. Nos enseñaron su idioma. La gente de la tribu era muy simpática y nos enseñaron sus costumbres y su forma de sobrevivir en el desierto. Era gente muy alta y fuerte. Los hombres vestían ropas hechas con pieles de animales que habían cazado y las mujeres hechas con hojas de grandes árboles. Cuando había alguna ceremonia importante todos vestían ropas hechas con piel de vaca. La gente que se encargaba de asegurarse de que no había peligro en la zona se pintaba la cara con unas rayas de color blanco y azul. El jefe de la tribu siempre lleva un palo con los colores del arco iris. Mis padres y yo nos fuimos haciendo amigos de las personas de la tribu y cada vez nos contaban más supersticiones y creencias. Tenían un animal sagrado para ellos y creían que si alguien le hacía algo al animal o a sus descendientes caería la desgracia sobre su tribu. El animal era una gacela que habían rescatado hacía tiempo cuando un león iba a devorarla. Además la tribu la usaba para decidir quien sería su jefe cuando moría el anterior. Colocaban a sus candidatos enfrente del animal y sería el jefe la persona a la que se le acercara la gacela. Kuanji, la bisnieta del primer jefe y mi mejor amiga, me contó que una vez no le hicieron caso a la gacela y eligieron a otro líder diferente al que había elegido la gacela y fue un líder muy cruel. Desde entonces siempre hacen caso a la gacela, porque con los líderes que eligió el animal la tribu ha prosperado.
También tienen una flauta que, según una creencia, si la tocan hacen cambiar el tiempo. Con ella pueden hacer que llueva o que esté soleado. Solo la usan en tiempo de necesidad, porque no quieren abusar de la flauta por si pierde sus poderes en un momento en que de verdad la necesiten. Kuanji es la que se encarga de tocarla, porque es la única que sabe.
Un día oí un gran grito. Era de Kuanji. Salí corriendo de la choza para ver qué había pasado. Todos estaban en la choza donde resguardan a la gacela. Conseguí abrirme paso y vi, con horror, que se habían llevado a la gacela.
-¡Se han llevado a la Gacela Sagrada!-gritó alguien.
-¡El pueblo va a caer en desgracia!-dijo alguien, muy asustado.
Por suerte llegó Juankay, el jefe, para calmar a la tribu.
-¡Calma, calma! Encontraremos a la gacela. Enviaremos a alguien a buscarla.
De pronto llegó otro hombre.
-¡Tambien se han llevado la Flauta Mágica! Por suerte han dejado un rastro y parecía que llevaba a un animal.
-¡La Gacela Sagrada!-exclamé.
-Iban hacia la Duna Tenebrosa.
La Duna Tenebrosa era como otra duna cualquiera, excepto porque tras ella se ocultaba un gran monstruo. El único que lo había visto era Tiyo, pero nadie dudaba de que fuera cierto que allí había un monstruo.
-¿Quién se ofrece voluntario para ir a por la Gacela Sagrada y la Flauta Mágica?
-¡Yo voy!-me ofrecí.
-¡Y yo!-dijo Kuanji.
-De acuerdo, pero os acompañarán Tiyo y Funku para que vayáis más seguras. La Duna Tenebrosa no queda muy lejos de aquí. Si os encontráis con algún problema, volved enseguida.
Un rato después partíamos en busca de la Gacela Sagrada y la Flauta Mágica. El camino no era muy largo, pero se me hubiera hecho eterno de no ser por las divertidas canciones que iban cantando Tiyo y Funku para entretenernos un poco, aunque Kuanji fue seria y silenciosa todo el camino.
Cuando pasamos la enorme duna vimos un oasis y una choza construida cerca de él, pero no había ningún monstruo a la vista. Había algunas más, pero esa nos llamó en especial la atención.
Nos acercamos un poco a la choza para comprobar si estaba habitada y si vivía ahí la persona que había robado la Flauta Mágica y había secuestrado a la Gacela Sagrada.
Cuando estábamos a punto de entrar apareció el que debía ser el enorme monstruo del que se hablaba porque Tiyo y Funku salieron escopeteados. A punto estuve de hacer lo mismo cuando Kuanji dijo:
-¡Pero si solo es un perro! ¡Gigantesco, pero un perro al fin y al cabo!
En ese momento suspiré aliviada.
Llamamos a la puerta y entramos en la casa. Dentro vimos a una niña que jugaba con la Gacela Sagrada y sobre una especie de mesa vimos la Flauta Mágica.
-¡Hola!-saludó la niña- Yo soy Natalia, ¿y vosotras quienes sois?
-Hola. Yo soy Kuanji y esta es Area. ¿por qué tienes a la Gacela Sagrada y la Flauta Mágica de nuestra tribu?
-¿Son de vuestra tribu? ¡Oh, lo siento! Yo solo quería jugar y crucé la duna para ver que había más allá. Fui de noche porque mis padres no quieren que cruce la duna. Entonces me encontré con esta gacela tan simpática y estuve jugando con ella y después me llevó a otro oasis con muchas casas y me dio la flauta para que la tocara. Como era ya muy tarde decidí volver a casa y me llevé a la gacela y la flauta a casa. ¡Yo solo quería jugar! ¡No quería causar problemas!
-No pasa nada, solo devuélvenos la flauta y la gacela y ya está.-dije-
-¡Claro! Pero le he cogido cariño a la gacela. ¿Os importaría que fuera de vez en cuando a jugar con ella?
-¡Puedes venir siempre que quieras!-contestó Kuanji.
Una vez recuperamos la flauta y la gacela volvimos junto a la tribu y dejamos la flauta en su sitio y a la gacela correteando con los niños más pequeños.
Aquella noche celebraron una gran fiesta, pero antes estuvimos hablando con el jefe de la tribu.
-Bien hecho. Habéis recuperado la flauta, a la gacela y además habéis derrotado al monstruo.
-En realidad no había ningún monstruo. Solo era un perro más grande de lo normal.-aclaré.
-¡Vaya! Entonces Tiyo la vista te ha jugado una mala pasada. La próxima vez que veas un monstruo asegúrate de que es un monstruo y no un animal un poco más grande de lo normal.
-No volverá a suceder.-dijo aún un poco asustado.
Estuvimos toda la noche de fiesta y me lo pasé genial. ¡Lástima que tuviera que irme al día siguiente! De todos modos jamás los olvidaré.

lunes, 4 de julio de 2011

Relatos de Sandy: Un pirata muy vanidoso.

Un pirata muy vanidoso


Había una vez un pirata que era muy guapo pero muy malvado. Cada vez que uno de sus tripulantes desobedecía una orden, por pequeña que fuera, lo tiraba a los tiburones.
Un día atracó en un puerto y vio a un chico que era más guapo que él, y se puso hecho una fiera (el pirata quería ser el más guapo del mundo). De algún extraño modo consiguió convencerle de que se enrolara en su navío y así conseguir que se pusiera el feacius (una máscara que al ponerla te hace muy feo).Cuando le dio la orden de ponérsela el chico se negó. El capitán ordenó que lo lanzaran por la borda, atado de manos y pies. Y así lo hicieron, lo ataron y lo tiraron a los tiburones, pero por alguna extraña razón ese día no había ni uno. Unos decían que era porque los tiburones nadaban por proa y a él lo tiraron por popa, otros decían que fue pura suerte… El caso es que el chico consiguió romper las cuerdas (eran de mala calidad) y escapar a nado hasta el puerto más cercano. Cuando llegó al puerto fue corriendo al puesto de los soldados para que detuvieran al pirata, pero el pirata logró escapar y nunca más volvieron a verle.

domingo, 3 de julio de 2011

Relatos de Sandy: Robo en el restaurante.

Esta historia originalmente estaba escrita en gallego, pero como es muy larga la pondré directamente en español. La escribí hace años junto con una amiga. :)

Robo en el restaurante.

Había una vez un lince ibérico que se llamaba Nerea y una monita llamada Sandy. Eran muy amigas y decidieron ir un día a comer juntas al restaurante Óscar's. Como quedaba lejos de donde vivían partieron el jueves por la mañana y llegaron el domingo a la hora de comer, pero lo encontraron cerrado porque alguien había robado todos los alimentos y no podían cocinar.
Dieron una vuelta alrededor y vieron que en el río que pasaba por detrás del restaurante había restos de comida flotando. Decidieron seguir las pistas y desenmascarar al culpable.
Pidieron una barquita prestada y fueron río abajo, pero por una repentina tormenta se hundió la barca.
¡Menos mal que en ese momento pasaba el barco del capitán Panda!
Les recogió del agua y se ofreció a ayudarles.
Entonces siguieron el rastro de comida hasta una pequeña isla en la desembocadura del río.
Allí encontraron a una familia de elefantes que les explicaron que cojieron la comida del restaurante porque tenían mucha hambre y les habían prohibido la entrada porque eran demasiado grandes, pero estaban muy arrepentidos y dispuestos a devolver todo lo que no habían comido aún.
Cargaron todo en el barco y los llevaron devuelta a Óscar, que aceptó encantado las disculpas de los elefantes y celebró una comida al aire libre para todos y comieron manises y vivieron felices.

Cuento escrito con la colaboración de Nerea para unos deberes en los que había que escrbir una historia en la que todos los personajes fueran animales y que se desarrollara en el restaurante "Óscar's.

sábado, 2 de julio de 2011

Relatos de Sandy: Unha gran rata.

Este relato lo hice cuando era muy pequeña y me lo encontré de casualidad. Me trajo muchos recuerdos, por eso decidí ponerlo en el blog. :) El texto original está en gallego, así que os pondré más abajo la traducción al castellano.

Unha gran rata.


O día 18 de outubro pola noite no teatro Lope de Vega, en Madrid, apareceu unha rata xigante que medía 8 metros de alto, 10 metros de longo e pesaba 5 toneladas. O máis sorprendente era que sabía cantar. Uns científicos están investigando o suceso.


Una gran rata.

El día 18 de octubre por la noche en el teatro Lope de Vega, en Madrid, apareció una rata gigante que medía 8 metros de alto, 10 metros de largo y pesaba 5 toneladas. Lo más sorprendente era que sabía cantar. Unos científicos están investigando el suceso.

viernes, 1 de julio de 2011

Relatos de Sandy: As flores máxicas da miña avoa.

As flores máxicas da miña avoa.

Como todos os domingos pola mañá, eu ía visitar a miña avoa. Miña avoa era baixiña, co pelo cor gris e un pouquiño regordeta. Vivía nunha casiña no campo. O que máis lle gustaba era plantar flores.
Ese día decidín erguerme un pouquiño máis cedo e ir coa bicicleta. Cando cheguei á casa da miña avoa a porta estaba pechada. De súpeto oín cantar a miña avoa no xardín de atrás. Fun a xunto dela e... as flores estaban bailando! Pero cando intentei achegarme as flores saíron correndo cara ao bosque. A avoa explicoume que cando alguén cantaba esa canción as flores levántanse e comezan a bailar. O que pasaba era que as flores eran moi asustadizas.
Puxémonos en marcha cara o bosque e comezamos a chamar por todas as flores: rosas, azucenas, margaritas...
Mais había un lirio traveso que non aparecía. Estivemos buscando por todo o bosque.
O atopamos ao mediodía, preto dun estanque moi fermoso no que alguén tirara lixo.
Decidimos levar as flores a casa e despois ir a limpar o estanque. Cando termiñamos de limpar o estanque estaba moito máis fermoso.
Dende entón a miña avoa e máis eu cantamos para que as flores bailen no estanque.
Pero, shh...! Isto é un segredo!


Las flores mágicas de mi abuela.

Como todos los domingos por la mañana, yo iba a mi abuela. Mi abuela era bajita, con el pelo color gris y un poquito regordeta. Vivía en una casita en el campo. Lo que más le gustaba era plantar flores.
Ese día decidí levantarme un poquito más temprano e ir con la bicicleta. Cuando llegué a la casa de mi abuela la puerta estaba cerrada. De repente oí cantar a mi abuela en el jardín de atrás. Fuí a junto de suya y... ¡las flores estaban bailando! Pero cuando intenté acercarme las flores salieron corriendo hacia el bosque. La abuela me explicó que cuando alguien cantaba esa canción las flores se levantaban y comenzaban a bailar. Lo que pasaba era que las flores eran moi asustadizas.
Nos pusimos en marcha cara al bosque y empezamos a llamar por todas las flores: rosas, azucenas, margaritas...
Pero había un lirio travieso que no aparecía. Estuvimos buscando por todo el bosque.
Lo encontramos al mediodía, cerca de un estanque muy hermoso en el que alguien había tirado basura.
Decidimos llevar las flores a casa y después ir a limpiar el estanque. Cuando terminamos de limpiar el estanque estaba mucho más bello.
Desde entonces mi abuela y yo cantamos para que las flores bailen en el estanque.
Pero, ¡shh...! ¡Esto es un secreto!